20 años de Cromañon
Para evitar una nueva tragedia: las regulaciones que transformaron los espacios culturales tras Cromañón
El incendio de República Cromañón no solo dejó un saldo devastador de 194 víctimas y cientos de heridos, sino que marcó un antes y un después en las normativas para habilitar espacios culturales en la Ciudad de Buenos Aires. La tragedia expuso un sistema regulatorio confuso y la falta de controles, llevando a la creación de nuevas reglas que impactaron profundamente en la escena artística independiente.
Por Julio Valenzuela
Puertas cerradas, materiales inflamables, matafuegos vacíos, más gente de la permitida, bengalas e incitación a su uso. Era todo lo que hubo esa noche en el boliche República de Cromañón, pero no ignorancia de que podía ocurrir lo que sucedió.
Para Omar Chaban no era el primer show de rock que producía. Los realizaba desde la década de los 80s. No era la primera vez que Callejeros subía a un escenario: ya tenían muchos shows en su haber, incluso en abril de ese mismo año fueron la banda que inauguró el boliche de Once, el mismo que una semana antes, el 25 de diciembre, tuvo un principio de incendio durante el recital de la banda La 25, y que en mayo se había incendiado, sin víctimas, mientras tocaba Jóvenes Pordioseros.
El incendio de República Cromañon, ocurrido el 30 de diciembre de 2004, se llevó la vida de 194 pibes y pibas, y dejó a cientos de familias destrozadas. Al año siguiente (dos días después de lo ocurrido) comenzó la cacería de brujas, las lavadas de manos y las clausuras a distintos espacios culturales, la mayoría independientes. El Gobierno de la Ciudad lanzó una serie de regulaciones para aquellos que desearan habilitar un lugar donde se mostrará cualquier actividad artística.
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Antes del incendio que se llevó a toda una generación, las normativas eran “un desastre”, una encrucijada que nadie entendía, lo único que existía era una habilitación para boliche bailable (no recitales) o café bar, explicó a este medio Soledad Martínez, quien forma parte de Abogados Culturales, y continuó: “Cromañon podía haber sucedido en cualquier lado, como un cine, porque no había una regulación clara”, y en cuanto a la evacuación, aclaró que el gobierno porteño tampoco fiscalizaba los espacios.
A partir de las nuevas regulaciones todo lo que no fuera teatro era “imposible de hacer en los espacios habilitados”, explicó Juan Aranovich, fundador del Club Cultural Matienzo, y director del espacio desde 2008 al 2019. Cuando quiso crear este espacio se encontró con que no existía una habilitación para lo que él deseaba, y le explicaron que sólo se podía autorizar un salón de fiestas infantiles o un teatro.
“Se volvía muy complicado habilitar y a la vez había una gran demanda por estos espacios”, explicó. Por eso es que empiezan a aparecer organismos como el Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos (MECA), Espacios Escénicos Autónomos (ESCENA) y Abogados Culturales, entre otros, para combatir estos grises en el tema de las autorizaciones para realizar distintas disciplinas artísticas.
Soledad Martínez / Crédito. Julio Valenzuela (AUNO)
A finales del 2006 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aprobó la Ley 2147, para dar algo más de libertad a las actividades culturales, estas nuevas regulaciones le permitieron realizar teatro y música en el mismo espacio, pero no se podía bailar. “Parecía que bailar era peligroso”, sentenció Aranovich.
Cada vez que sucede una masacre durante un espectáculo impacta en la organización de eventos. Estas desgracias suceden por negligencia del Estado y de los productores de las presentaciones. “Cuando ocurre algo así todos sobreactúan” en cuestiones que no trabajaron durante mucho tiempo, explicó Martín Alfiz, presidente de Alfiz Producciones y secretario de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales y Musicales (AADET).
Después de la masacre de Cromañon se comenzó a pedir que hubiera ambulancias en los shows, más seguridad, control de cables para evitar incendios, salidas de emergencias visibles, se controla como están conformado los techos y que no haya material inflamable.
En general las nuevas regulaciones se centraron en la seguridad, primeros auxilios y en los ingresos y egresos al lugar. “El espectáculo debe ser desde que salís de tu casa para ir al show hasta que volviste”, enfatizó Alfiz.
Juan Aranovich/ Crédito. Julio Valenzuela (AUNO)
Con Cromañon no terminaron las muertes en espectáculos musicales. El 10 de septiembre del 2010 durante un recital de la agrupación cumbiera Ráfaga cedió el entrepiso del boliche Beara, ubicada en Palermo. Ese derrumbe provocó las muertes de Paula Leticia Provedo de 21 años y de Ariana Lizarraga de 20, y dejó un saldo de más de 50 personas heridas. “Después de Beara se comenzó a pedir el peso que pueden soportar los entrepisos”, explicó Martínez.
Al año siguiente, el 30 de abril de 2011, cuando La Renga tocó en el Autódromo de La Plata, Miguel Ramírez fue herido por el impacto de una bengala que provocó su muerte varios días después. Esta muerte terminó con el uso de bengalas en los recitales, de manera definitiva, porque tras la masacre Cromañon no estaban prohibidas en recitales a cielo abierto.
Y en 2016 sucedió la masacre de Time Warp, en la que murieron 5 personas por deshidratación y otras fueron hospitalizadas. “Time Warp fue la especulación de unos poderosos” para ganar más dinero, sentenció Martinez.
Martín Alfiz / Crédito. Camila Alvarez (AUNO)
Tras la masacre de Time Warp se volvió obligatorio ofrecer agua de manera gratuita en los espectáculos y que esté al alcance del público (N del R. Esto sólo sucede en muy pocos eventos).
“Hay una convicción de que esto le podría haber pasado a cualquiera. Creo que la sociedad sí aprendió (a cuidarse)”, y “toda la comunidad cultural tomó nota de aquello (Cromañon)”, explicó Martínez.
“Tuvimos que sufrir la pérdida más grande de nuestra historia como ciudad, no sólo por la cantidad, sino por la edad” de quienes murieron aquella noche para ver que había una complicidad entre el Estado y los gerentes de espacios para evadir ciertas normas, “y al final murió mucha gente”, condenó Aranovich.
“Todas las grandes masacres ocurridas en Argentina tienen motivos que no fueron tenidos en cuenta en la producción y por eso ocurrieron. No hubo una masacre que no se haya podido evitar”, enfatizó Alfiz.
En la actualidad CABA es una de las ciudades del mundo más complejas y estrictas con las habilitaciones de espacios, pero también de las más seguras, explicó Aranovich.
“La ley de CABA es la mejor hoy en día en cuanto a habilitaciones”, expresó Alfiz, y contó que se pide que la Ley 5641 de 2016 de espectáculos masivos se extienda a todo el país, porque las habilitaciones son municipales y no nacionales, por ende, cada municipio decide cómo habilitar un espacio o un espectáculo.
Créditos fotografías de portada: AFP y Clarín (Andres D'Elia, Luciano Thieberger y David Fernández)